sábado, 13 de julio de 2013

Colección utopía libertaria







ACTUALIDAD DEL ANARQUISMO

Al comienzo de uno de los textos de este libro puede leerse:
“Ensordecedor y embriagante, Mayo del 68 nos gritaba con
fuerza: ‘Sous les pavés, la plage… ’, pero nuestras uñas se rompieron
de tanto cavar bajo los adoquines y nunca encontramos
la playa… ¿Acaso debemos renunciar a arrancar los adoquines?
No, por supuesto, pero sin albergar ilusiones sobre lo que
nos ocultan”. Estas breves líneas concentran una parte importante
del pensamiento de Tomás Ibáñez. Desmitificador, insumiso
y rebelde, es un pensador que filosofa a martillazos y que
invoca la utopía como lugar ético del deseo libertario.
El amor a lo que fue es, por oposición, una pasión triste. En
este sentido, Ibáñez alerta, también, contra los procesos de institucionalización que acechan a cualquier movimiento. Frente
a las costras de la quietud, el anarquismo toma las formas del
agua; inventa su curso frente a los obstáculos, se moviliza y
embiste contra las manifestaciones de la dominación. Contra
toda trascendencia pero impregnando la forma en que lo humano
se despliega en el mundo; contra los falsos ídolos que creen medir un poco más que nuestro espíritu; con la solidaridad, la autonomía; con la libertad como divisa; con furia contra el autoritarismo; el anarquismo vive y sigue viviendo. El presente libro es una recopilación de textos publicados en diversos medios europeos. Son, en todos los casos, una invitación para el debate: lo que vamos a encontrar es vitalidad, no consuelo. Un saludo alegre a un anarquismo sin dogmas.

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EL ANARQUISMO INDIVIDUALISTA



La actual edición de El anarquismo individualista (Lo que
es, puede y vale), que fuera publicado por primera vez en español
en 1916 por traducción de M. Costa Iscar en la imprenta
Germinal de Barcelona, se trata de una exposición al mismo
tiempo sintética y detallada de una corriente de pensamiento y
acción sobre la cual se han desplegado numerosas interpretaciones
y equívocos, por no mencionar prejuicios.
En las últimas décadas del siglo XIX, la formación de grupos
de afinidad que rechazaban la organización en sindicatos y
sociedades obreras, así como una constante participación en
atentados y asaltos a mano armada, fue realizada bajo la nomenclatura
o etiqueta del anarcoindividualismo. Armand discute
precisamente con esta tendencia en el capítulo “La ilegalidad”
del presente libro, señalando los peligros de un “ilegalismo
profesional” que limitaría el desarrollo intelectual y no conduciría
a la liberación económica.


EL AMOR LIBRE

Hemos titulado El amor libre a esta heterogénea –y
mayormente heterosexual– selección de textos como homenaje
a un título ya clásico de libros y artículos anarquistas y a un
ideal que también pertenece a la tradición romántica y
modernista. Se intenta mostrar así la diversidad de miradas
históricas sobre la cuestión, reuniendo fragmentos escritos por
militantes sociales en publicaciones de fin del siglo XIX y principios
del XX, junto a otros de origen contracultural que, sin ser
estrictamente anarquistas, presentan una sensibilidad libertaria
en el tratamiento del tema.
Claro que se encontrarán suficientes acuerdos de fondo. El
amor que aquí se llama libre es aquel que cuestiona toda doble
moral, hipocresía o cinismo. Como dice René Chaughi en “El
matrimonio es inmoral”: si dos personas desean unirse ante un
dios, nada hay que criticar. Todo lo contrario: el problema es el
carácter hipócrita de quienes aceptan someterse al rito religioso
sin haber pisado una iglesia desde la primera comunión. La
mentira pertenece, en esta concepción, al campo del enemigo. El militante anarco-erótico sería, ante todo, un moralista.

EL ANARQUISMO


La primera edición francesa de este libro data de 1965, la
primera en español se publicó aquí en la Argentina diez años
más tarde y la segunda en 1992. Ambas ediciones son hoy prácticamente inhallables.
¿Por qué de nuevo El anarquismo?, ¿por qué de nuevo Daniel
Guérin? No se trata de la obra de uno de los grandes clásicos
libertarios, ni el autor proviene de la tradición ácrata. Por
el contrario, al momento de escribir este libro Guérin seguía
definiéndose como marxista, aunque intentaba construir una
síntesis entre las dos grandes corrientes surgidas de la Primera
Internacional.



DIOS Y ESTADO

¿Quiénes tienen razón, los idealistas o los materialistas?. Una vez planteada así la cuestión, vacilar se hace imposible. Sin dudan alguna los idealistas se engañan y/o los materialistas tienen razón. Sí, los hechos están antes que las ideas; el ideal, como dijo Proudhon, no más que una flor de la cual son raíces las condiciones materiales de existencia. Toda la historia intelectual y moral, política y social de la humanidad es un reflejo de su historia económica.
Todas las ramas de la ciencia moderna, concienzuda y seria, convergen a la proclamación de esa grande, de esa fundamental y decisiva verdad: el mundo social, el mundo puramente humano, la humanidad, en una palabra, no es otra cosa que el desenvolvimiento último y supremo -para nosotros al menos relativamente a nuestro planeta-, la manifestación más alta de la animalidad. Pero como todo desenvolvimiento implica necesariamente una negación, la de la base o del punto de partida, la humanidad es al mismo tiempo y esencialmente una negación, la negación reflexiva y progresiva de la animalidad en los hombres; y es precisamente esa negación tan racional como natural, y que no es racional más que porque es natural, a la vez histórica y lógica, fatal como lo son los desenvolvimientos y las realizaciones de todas las leyes naturales en el mundo, la que constituye y crea el ideal, el mundo de las convicciones intelectuales y morales, las ideas.



ANARQUISMO TRASHUMANTE



Este libro fue conocido como En Pampa y la vía.
Crotos, linyeras y otros trashumantes en su primera edición
de 1998, en una colección dirigida por María
Moreno. Su revisión, ampliación y reescritura me llevaron,
como autor, a considerar que a esta versión le correspondía
un nuevo titulo.A la inclusión de un epílogo, de un
nuevo capítulo (el número cinco, que aporta un testimonio
fundamental eliminado de la versión anterior por expreso
pedido de la fuente) y de algunas actualizaciones motivadas
por el paso del tiempo, se suma otra razón de fondo:
anarquismo trashumante refiere a una sensibilidad o temperamento,
una inclinación a la errancia, una voluntad de
andar cuya reivindicación de la tradición libertaria reaparece
una y otra vez en estas crónicas de vida.




CABEZAS DE TORMENTA

El anarquismo es un amparo al que no demasiadas personas
concurren. No deja de ser curioso llamar “amparo”
a lo que es ahora una sombra de su antiguo esplendor
político y cultural, pero los lugares o creencias que nos
brindan refugio y certeza a veces caben en la cabeza de un
alfiler. Desde que tengo memoria de mi interés por el pensamiento
político siempre me he sentido un anarquista.
La palabra suena hoy menos tremebunda que extraña,
como si se mencionara un animal extinto. Un ave pesada
que nunca pudo volar o un mamífero cuyo último ejemplar
fue avistado décadas atrás. Era, además, un animal
acostumbrado a las batidas y a ser cazado en abundancia.
Se diría, entonces, que la impotencia, la persecución o el
irreversible decrecimiento demográfico han sellado su destino.
Pero cualquier adherente a las ideas libertarias es consciente de la larga lista de fracasos que lo rodean y preceden. Y también de los escasos pero muy significativos logros. Cada uno de ellos se cobró su libra de sangre y exigió un enorme esfuerzo colectivo.



CRÍTICA Y ACCIÓN

Hace ya muchos años que un chiste circula en distintas versiones
ligeramente modificadas:
Muere Bakunin y llega al infierno; allí, por supuesto, es recibido
por el demonio en persona quien lo condecora por su
inmensa labor atea y anticlerical. Luego es enviado a un sector
de privilegios, libre de torturas y malos tratos. A los pocos días
una insurrección violenta se desata en ese sector la cual, al ser
aplastada por las huestes infernales, se descubre fue impulsada
por el viejo Bakunin.
Como castigo es trasladado a un sector normal en donde se
producen toda clase de tormentos. A los pocos días, en una
recorrida de inspección, el demonio descubre que los castigos
ya no se producen: el sector está en huelga en solidaridad con
los trabajadores expulsados del primer sector.
Así es que Bakunin es trasladado al pozo más profundo del
averno en donde las condiciones de calor extremo y tormento permanente –confía el diablo– lo tendrán entretenido. Con el correr de los días una inmensa columna de demonios de toda
laya asciende desde el fondo del averno con banderas rojinegras y cánticos espeluznantes.
Reclaman: jornada laboral de 8 horas, vacaciones pagas, equiparación de los sueldos y comodidades con el primer sector.

DESOBEDIENCIA CIVIL


ÍNDICE
Thoreau, el incivilizado ....................................................... 7
Una vida sin principios ...................................................... 19
Desobediencia civil ............................................................ 41
La esclavitud en Massachusetts ......................................... 65
Apología del capitán John Brown ...................................... 81
Carta a H. G. O. Blake .................................................... 105
Un paseo de invierno ....................................................... 109
Caminar .......................................................................... 127
Dónde vivía y para qué .................................................... 161
Sonidos ............................................................................ 177
Conclusión ...................................................................... 193
Amistad ........................................................................... 205


AUTOGESTIÓN Y ANARQUISMO

“Autogestión –organización horizontal de la sociedad por los
mismos trabajadores y ciudadanos–, comunismo libertario” pueden
parecer términos poco corrientes, pero designan realidades
conocidas. La autogestión participa de una realidad argentina tan
diaria y visible como la de los cartoneros que se juntan para sobrevivir,
los grupos de pueblos originarios que piden tierras en La
Plata (desde 2006) para consolidar sus hábitos comunitarios, las
centenas de colectivos de desempleados que malviven en emprendimientos de mala muerte (excelente y trágica expresión en este caso) como comedores, bloqueras, panaderías, huertas, etcétera.
Toda una serie de actuaciones impulsadas por la desocupación,
la supervivencia y el deseo de crear otro futuro, otra sociedad
sin un centenar de niños que mueran de hambre cada día,
sin desnutrición, abandono sanitario y escolar, sin la mitad de la
población en, y por debajo, del umbral de la pobreza.
Un reclamo repetitivo desde hace siglos de las sociedades en que
la opulencia roza la indigencia, identifi cables a través de las revueltas
del hambre en China, en Europa, cuando gritaban en el siglo XVI los campesinos alemanes insurrectos: “¡Abajo todos los explotadores y todos los tutores de la humanidad; libertad y prosperidad al trabajo,
igualdad de todos y fraternidad del mundo humano, constituido libremente sobre las ruinas de todos los Estados!”.

EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD


“El único y su propiedad” es uno de esos libros que son
mazazos a lo estatuido y que por suerte “nacen” en el devenir
de la historia humana y por supuesto que contra la corriente.
Me vienen a la mente varios títulos como ejemplo, libros que
me han impactado sobremanera: “El discurso de la servidumbre
voluntaria, o el Contrauno” de Etienne de La Boétie, en pleno
auge de los reyes, en las postrimerías de la Edad Media; “Del
deber de la desobediencia civil” de Henry D. Thoreau, en pleno
predominio de los Estados; “Homenaje a Cataluña” y “1984”
de George Orwell, en pleno auge de la dictadura Stalinista.



EL ANARQUISMO FRENTE AL DERECHO


Este libro es producto del trabajo colectivo. En él se condensan
parte de las lecturas y estudios que hicimos en nuestro
seminario sobre “Pensamiento jurídico anarquista” en el Instituto
Gioja de la Facultad de Derecho de la UBA. Ese seminario
y estos estudios estuvieron enmarcados en la programación
científi ca de la Universidad de Buenos Aires, durante los últimos
cuatro años.
El proyecto original se centraba en el estudio de las tesis
anarquistas sobre la propiedad, la familia y la criminalidad, temas
todos de interés jurídico. Sin embargo resultó imposible no
extenderse sobre cuestiones políticas, económicas, pedagógicas
y culturales, inevitablemente entretejidas con las críticas libertarias
al derecho y el Estado.


EL PRINCIPIO FEDERATIVO

La obra escrita de Proudhon es sumamente extensa. Pero hay
cinco libros que, creo, podrían resumir toda la evolución intelectual
y teórica del autor: ¿Qué es la propiedad? (1840), Sistema
de las contradicciones económicas (1846), La justicia en la Revolución
y en la Iglesia (1858), El principio federativo (1863) y La
capacidad política de la clase obrera (1865, póstumo).
En ¿Qué es la propiedad?, Proudhon muestra la contradicción
intrínseca de un instituto legal que se entiende como derecho de usar
y de abusar, muestra la conexión necesaria entre desigualdad, explotación y gobierno y se defi ne expresamente como anarquista.
En Sistema de las contradicciones económicas, o filosofía de
la miseria, desarrolla, antes que Marx, una crítica de la economía
política y esboza el programa de un socialismo científi co;
allí propone su idea de mutualidad y reciprocidad en los intercambios económicos. También, por esta obra se puede conocer la peculiar dialéctica proudhoniana de los opuestos: materia-espíritu, ser-deber, economía-socialismo, etcétera.
En La justicia en la Revolución y en la Iglesia, expone dos concepciones diametralmente opuestas, y como tales también en interrelación dialéctica de necesidad recíproca: por un lado, la concepción fatalista y autoritaria; por otro lado, la concepción de la libertad y de la igualdad. Ambas concepciones representan
modelos incompatibles de solución frente a la pobreza, la educación, el trabajo, la familia, la moral, el Estado, la dignidad personal, las ideas, la causalidad y la libertad. A El principio federativo me referiré luego con un poco más de detenimiento. Digamos por ahora que es acá donde Proudhon llega a su propuesta madura de orden social libre.
Por último, en La capacidad política de la clase obrera Proudhon responde a la pregunta que le plantean los obreros sobre la actitud política a seguir en adelante. Y naturalmente, la respuesta no puede ser otra que la acción independiente y consciente del propio movimiento obrero.



EL LENGUAJE LIBERTARIO

No hay muchas ideas que hayan merecido su nombre. El
anarquismo pudo reclamar ese derecho, y a ello contribuyeron
las impugnaciones gubernamentales y las connotaciones pánicas
que fue acumulando su historia. Los anarquistas afrontaron
por un siglo entero el repudio y la persecución por parte de
todos los Estados por igual, irritados por los rasgos excéntricos
y extremos de éste pensamiento del “afuera” y tan refractario
a los símbolos de su tiempo. Originados en una horma
anómala, los anarquistas aprestaron y difundieron propuestas
que no estaban contempladas en el pacto fundador del ideario
republicano moderno y que darían contorno a la imaginación
antagonista del dominio del hombre por el hombre. No sorprende
que una “leyenda negra” haya acompañado la historia
del movimiento libertario: utopía, nihilismo, asociales, quimera
política, fogoneros de asonadas violentas, maximalistas intratables.
Las recusaciones no han sido escasas pero, aunque diversas y proferidas con buena o mala fe, no dejan de ser triviales,
pues la cualidad “absoluta” o “purista” de las demandas anarquistas no las transformó necesariamente en el cerrojo de una petición imposible sino en el tónico de un pensamiento exigente que nunca ha favorecido fáciles transacciones políticas o éticas. De allí también que el anarquismo jamás se beneficiara de la indiferencia pública.


SURREALISMO Y ANARQUISMO

La presente obra se inicia con dos importantes ensayos sobre
el surrealismo, ensayos que permitirán una mejor comprensión
de uno de los acontecimientos más significativos de la vida
cultural y política de Francia en la década del 50: la estrecha
colaboración entre surrealistas y anarquistas, principalmente a
través de la participación semanal de los surrealistas en Le
Libertaire, periódico de la Federación Anarquista, que se extendió
durante quince meses. En este sentido, no podría yo dejar
de agradecer a Maurice Joyeaux y a Pietro Ferrua. Al primero
–la figura de mayor proyección dentro del movimiento
anarquista francés– por haber tenido la amabilidad de escribir
a pedido mío, en 1983, momento en que se encontraba realizando
una intensa actividad, el breve ensayo editado aquí por vez primera, donde analiza el movimiento surrealista a la luz de la rica experiencia
acumulada en sus casi sesenta años de militancia en los medios
revolucionarios anarquistas. En cuanto a Pietro Ferrua2, uno
de los principales estudiosos del surrealismo, me autorizó por
carta a insertar su esclarecedor ensayo sobre la relación establecida entre anarquistas y surrealistas, de 1951 a 1953. Ese texto es el resultado de un paciente trabajo de investigación realizado a lo largo de los años y fue presentado durante la inauguración del Instituto Anarchos, el 5 de junio de 1982, en la Universidad de Montréal, Canadá. Fue publicado ese mismo año, en París, por Le Monde Libertaire.




ESTATISMO Y ANARQUÍA

La Asociación Internacional de los Trabajadores, cuyo origen
apenas se remonta a nueve años, ha conseguido durante
ese tiempo llegar a una tal influencia sobre el desenvolvimiento
práctico de las cuestiones económicas, sociales y políticas en
toda Europa, que ningún periodista u hombre de Estado puede
rehusarle, en la hora que corre, el interés más serio y con frecuencia
el más inquietante. El mundo oficial y oficioso, y el
mundo burgués en general, ese mundo de felices explotadores
del trabajo penoso, la considera con esa emoción interior que
se experimenta a la aproximación de un peligro amenazador
aunque desconocido o apenas definido; como si se tratara de
un monstruo que deberá tragar infaliblemente todo este sistema
social y económico si no se tomasen desde ahora medidas
enérgicas, aplicadas simultáneamente en todos los países de
Europa, para poner fin a su éxito rápido y creciente.


EL ANARQUISMO Y LA REVOLUCIÓN RUSA



Anatol Gorelik, militante famoso de Ucrania y gran comunicador
en lengua rusa y castellana, murió en el olvido. Hoy,
cincuenta años más tarde, la situación no ha cambiado. Entre
los anarquistas de sus dos países de militancia –Rusia y la Argentina–
es poco conocido y apenas se reconocen sus aportes.


KRONSTADT


“Éste fue el relámpago –dijo Lenin refiriéndose a la rebelión
de Kronstadt– que iluminó la realidad mejor que cualquier otra
cosa.”1 En marzo de 1921 los marineros de la fortaleza naval
del golfo de Finlandia, el “orgullo y gloria” de la Revolución
Rusa, se levantaron en una revuelta contra el gobierno bolchevique,
al cual ellos mismos habían ayudado a llegar al poder.
Bajo la divisa de “soviets libres” establecieron una comuna revolucionaria
que sobrevivió durante 16 días, hasta que se envió
un ejército a través de la superficie helada, con el fin de aplastarla.
Después de una lucha larga y encarnizada, con grandes
pérdidas por ambos bandos, los rebeldes fueron sometidos.


LA MORAL ANARQUISTA

El mundo cruel y despiadado del neoliberalismo o de la globalización,
que es preferible llamar capitalismo a secas porque
se asienta en las mismas bases de saqueo y masacre desde 1492,
ostenta la moral para justificar guerras y asesinatos que le reportan
una mayor ganancia inmediata. E ignora la ética cuando le conviene, o sea casi siempre. ¿Podemos actuar igual para defendernos? ¿Es la única moral útil la de amontonar dinero y poder?
Este ensayo de Kropotkin –publicado en 1890 en francés– cuestiona,
discute y propone soluciones. Dejando la forma torpe de
imaginar un diálogo con animales, Kropotkin sigue eficaz porque
se apoya en una actitud de identificación con la especie humana,
sin paraíso ni infierno, sin jerarquía, estar con todos para que todos
avancemos. “[...] Y cuando veas una iniquidad y la hayas comprendido –una iniquidad en la vida, una mentira en la ciencia o
un sufrimiento impuesto por otro– rebélate contra la iniquidad, la
mentira y la injusticia. ¡Lucha! La lucha es la vida, más intensa si
la lucha es más viva. Y entonces habrás vívido, y por algunas horas de esta vida no darás años para estar vegetando en la podredumbre del pantano”.
La violencia contra los explotadores es por lo tanto la base de la moral. La moral se construye edifi cando una sociedad justa para todos. Los privilegios son siempre la podredumbre de una sociedad: Estados Unidos y China hoy por hoy, la URSS ayer, encarnan un sarcasmo de moral. Y mientras existan sociedades
de este tipo, habrá que luchar en su contra. Tal es el mensaje de Kropotkin. Cuando el autor publicó este artículo tenía 48 años y era un exiliado político afi ncado en Londres que vivía de reseñas de libros y artículos científi cos. Fue un revolucionario ruso atípico porque se decidió a los treinta años, abandonando la investigación científica en el ámbito internacional que lo había llevado al umbral de la academia de las ciencias de su país. Por eso sus escritos llevan la señal de la seriedad.

LA UTOPÍA ES POSIBLE

Lo que publicamos como Proyecto A no es sino la presentación
del mismo que hiciera su autor en una conferencia de mayo
de 1986 con motivo de la celebración del centenario del movimiento
anarquista en Australia. En esta ponencia, Horst Stowasser
delinea las bases, fundamentos y objetivos de lo que define
como “un proyecto anarquista para una ciudad media alemana,
hoy”, al tiempo que se aventura en la especulación acerca
de los futuros primeros pasos y de las implicancias posibles del
proyecto a mediano y largo plazo.
En su fase inicial, el Proyecto A es un “plan de conquista” de
una ciudad por parte de un movimiento político, económico y,
sobre todo, cultural de carácter libertario. Evitando deliberadamente
todo pronunciamiento acerca de la Revolución, Stowasser
apunta a la creación de una cultura libertaria en la que esta
revolución –cualquiera sea la forma en que se la conciba– sea
posible. Según los últimos datos de los que disponemos (de 1991, cinco
años después de la ponencia que presentamos), el Proyecto A
se estaba desarrollando de manera satisfactoria en Neustadt, ciudad del sudoeste alemán, cercana a la frontera con Francia, una de las tres ciudades que resultaron elegidas después de una rigurosa selección. Allí se habían federado trece empresas económicas, una docena de iniciativas político-culturales y unas ocho
comunidades de convivencia que involucraban directamente a unos ochenta adultos (y sus respectivos niños) más un número difícil de determinar de simpatizantes.




PENSAMIENTO Y ACCIÓN REVOLUCIONARIOS

Desde fines de la Segunda Guerra Mundial es impresionante
la cantidad de importantes obras sobre el anarquismo y los
anarquistas que se han publicado en inglés. No trataré de ofrecer
una lista de todas ellas, pero debemos recordar las biografías
de Godwin, Proudhon y Kropotkin por George Woodcock
y la de Emma Goldman por Richard Drinnon1; además está el
gran volumen de Maximoff2, que contiene escritos selectos de
Bakunin, el libro de Eltzbacher, Anarchism, el de Stirner, Ego
and His Own3, y Memoirs of a Revolutionist4 de Kropotkin
(compilación), y la antología de 600 páginas con textos sobre
y por anarquistas titulada The Anarchists, de Irving Horowitz;
y fi nalmente tenemos las historias: el segundo volumen de G.
D. H. Cole en su History of Socialist Thought que lleva por
título Marxism and Anarchism (1850–1890), Anarchism (A
history of libertarian ideas and movements) de Woodcock, y
The Anarchists de James Joll. A esta lista debemos agregar
la literatura referente a la Guerra Civil Española, por lo menos
la parte de ésta en que se reconoce la contribución anarquista a la lucha, y a la cabeza de la enumeración yo ubicaría Gran Camoufl age de Burnett Bolloten, Homage to Catalonia de Orwell y Spanish Labyrinth de Brenan (estas dos últimas obras son reimpresiones de posguerra). Basta con observar los estantes de nuestra biblioteca para comprender que habríamos debido mencionar Anarchy and Order de Herbert Read,
Journey through Utopia de Marie–Louise Berneri, London Years de Rudolf Rocker, etcétera, etcétera.




MARXISMO Y ANARQUISMO

El texto presente fue escrito en 1929 y se publicó por primera
vez en la revista anarcosindicalista alemana Die Internationale.
Es el que entregamos hoy, sin modificaciones.
En 1929 nos habíamos propuesto agregarle dos capítulos
uno sobre Kronstadt* y otro sobre el makhnovismo.** Por diversas
razones, no nos es posible ahora modificar o completar
el texto. La abundante literatura –artículos, libros, folletos– que
desde 1930 se ha publicado sobre el tema no contiene nada que
nos obligue a un cambio en el desarrollo de las ideas expuestas.
Antes al contrario, pues nuestras reflexiones echan un poco de
luz sobre aspectos de los primeros tiempos de la revolución rusa
a los que no se había prestado atención y, al mismo tiempo, se
adelantan a la crítica de quienes sólo durante la era estaliniana
–e, incluso, después de ella– descubrieron la degeneración de la
revolución rusa, el termidor y la contrarrevolución. El trabajo
es, también, un aporte a la historiografía de esa revolución; de
ahí que no podamos ahora corregirlo. Además, es, en realidad,
un texto político, aunque en él haya mucho de teoría y de historia.
El reciente interés por los problemas fundamentales del socialismo, por las cuestiones organizativas y por el desarrollo de la revolución rusa, así como la crítica a que hoy se somete a las diferentes formas de socialismo estatal y de dictadura, devuelven a nuestra obra el carácter de polémica política.
En ella nos proponemos demostrar brevemente los siguientes puntos:
a) Es insostenible la interpretación que, en su célebre ensayo El Estado y la revolución, hace Lenin de la teoría de Marx sobre el Estado.
b) En el transcurso de 1917, la revolución era, sobre todo, revolución campesina, y no se desarrolló conforme al esquema de la teoría marxista de la revolución ni al esquema de los marxistas rusos.
c) La revolución –que duró meses y se extendió a todo el imperio zarista– no debe ser confundida con la conquista del poder por los bolcheviques en Petrogrado y con la creación, el 24 de octubre de 1917, del Consejo de los Comisarios del Pueblo.
d) Lenin y su partido –el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (bolchevique), rebautizado Partido Comunista en marzo de 1918– nunca fueron favorables a los soviets, que durante 1917 surgieron espontáneamente en todo el país. El carácter constructivo de la revolución se expresaba en esos consejos,
pero Lenin y su partido sólo los consideraron desde el punto de vista de la utilidad que pudieran tener para la conquista del poder por el partido bolchevique.
e) La supuesta “dictadura del proletariado” –que nunca fue más que la dictadura del partido y luego de su burocracia, y que sólo podía sostenerse por medio del terror– es uno de los factores esenciales de la degeneración de la revolución rusa. Este proceso es ya claramente visible desde 1921, y no sólo
desde el momento en que los creadores del aparato estatal terrorista se convirtieron en sus víctimas.
f) La destrucción de los soviets no fue, únicamente, consecuencia de la guerra, de la guerra civil y de la instalación de la dictadura, sino que estaba implícita en la misma interpretación leninista del principio marxista del Estado, según la cual, éste debía controlar la totalidad de la vida económica y social a través de un gobierno centralista. Resulta evidente que tal interpretación es incompatible con el principio de los consejos
obreros.




¿QUÉ ES LA PROPIEDAD?

“No pertenezco a ningún partido ni camarilla; no tengo
adeptos, ni colegas, ni compañeros. No he creado ninguna secta;
aun cuando me lo ofrecieran, rechazaría el papel de tribuno
por la simple razón de que no deseo esclavizarme.” Esto declaraba
Proudhon en 1840, poco después de la publicación de su
Obra ¿Qué es la propiedad?, la que habría de darle fama, amén
de ubicarlo entre los más grandes pensadores socialistas del siglo
diecinueve. Henos aquí ante una de esas paradójicas declaraciones en
que tanto se complacía Proudhon, pues en ella hay verdad y no
la hay. Durante el cuarto de siglo de su carrera de filósofo revolucionario fue siempre una figura solitaria, que no adhirió a
ningún partido, no creó ningún movimiento formal para propagar
sus ideas y trató de ser rechazado antes que aceptado.
No fue puramente maliciosa la definición que de él hizo Victor
Considérant: “Ese extraño hombre empeñado en lograr que
nadie compartiera sus puntos de vista”. Le gustaba desconcertar
no sólo a los burgueses sino también a los demás socialistas;
y gran deleite le dio recibir en los días más tormentosos de la revolución de 1848 el mote de “l’homme terreur”. Sin embargo, las ideas de Proudhon fueron tan vigorosas que fertilizaron a muchos movimientos posteriores. “Proudhon es el maestro de todos nosotros”, dijo su formidable admirador ruso Miguel Bakunin, por cuyo intermedio pasaron aquellas ideas al movimiento anarquista histórico. La Primera Internacional nació principalmente por los esfuerzos de los trabajadores franceses, para los que la palabra de Proudhon era el evangelio revolucionario, y fue destruida por la gran disputa entre quienes apoyaban al socialismo libertario del tipo que él propiciaba y quienes aceptaban el patrón autoritario concebido por
Karl Marx. Más tarde, también a impulsos de anarcosindicalistas que se guiaban por las teorías de Proudhon sobre la acción de la clase trabajadora, surgió la CGT, el gran movimiento gremial francés, ahora prisionero del Partido Comunista. Del mismo modo, en España no sólo los anarquistas sino también los
federales de 1870 recibieron la influencia de sus enseñanzas, al igual que los narodniks de Rusia. Kropotkin, Herzen y Sorel se confesaban discípulos de Proudhon. Baudelaire lo apoyó durante la revolución de 1848; Sainte-Beuve (C. A. Sainte-Beuve, Proudhon, su vida y su correspondencia, Ed. Americalee) y Flaubert lo admiraban por su prosa francesa clásica. Gustave Coubert forjó sus teorías en un arte que aspiraba a expresar los anhelos del pueblo; Péguy sufrió su influencia; hasta Tolstoi lo estudió y tomó el título y buena parte de los fundamentos teóricos de su obra maestra, La guerra y la paz, del libro de Proudhon intitulado La Guerre et la Paix.
Este férreo individualista, que desdeñaba ganar adeptos y no obstante ejerció tan amplia y duradera influencia en su época y después, nació en 1809 en los suburbios de Besanzon. Sus padres eran de extracción campesina y provenían de las montañas del Franco Condado, rincón de Francia cuyos naturales son famosos por su fuerte espíritu de independencia: “Soy de la más pura piedra jurásica”, expresó en una oportunidad. El padre era tonelero y cervecero, y su cerveza era muy superior a sus habilidades comerciales. Siempre que fracasaba en alguna de sus aventuras económicas, cosa bastante frecuente, la familia regresaba a la granja ancestral. Proudhon recuerda una infancia austera aunque en muchos aspectos idílica. “En casa de mi padre, nos desayunábamos con potaje de maíz; al mediodía comíamos patatas y por la noche, tocino. Y así todos los días de la semana. Pese a los economistas que tanto ensalzan la dieta inglesa, nosotros, con esa alimentación vegetariana, nos manteníamos gordos y fuertes. ¿Sabéis por qué?
Porque respirábamos el aire de nuestros campos y vivíamos del producto de nuestros propios cultivos.”
Hasta el fin de sus días, Proudhon siguió siendo en el fondo de su corazón un campesino que idealizó las condiciones duras pero satisfactorias de su niñez. Esto influyó sobre su enfoque de la vida al punto que su imagen de una sociedad digna incluyó siempre como punto de partida el que cada granjero tuviera
derecho a usar la tierra que podía cultivar y cada artesano contara con el taller y las herramientas necesarias para ganarse el sustento.




ROSA LUXEMBURG Y LA ESPONTANEIDAD REVOLUCIONARIA

La espontaneidad goza de gran actualidad, por no decir, lo
que sería peyorativo, que está de moda. Mayo de 1968, huracán
que nadie desencadenó deliberadamente, que en, cada una
de las empresas y los establecimientos educacionales de Francia
puso en tela de juicio al poder capitalista y la ideología
burguesa, estuvo a punto de barrer un gobierno en apariencia
fuerte y prestigioso (“En mayo todo se me escapaba”, Charles
De Gaulle). Mayo del 68 fue una borrachera para una juventud
entusiasta, y los efectos mágicos de la espontaneidad la deslumbraron
durante un tiempo. Pero los mismos sortilegios que les
había hecho atropellar a todas las instituciones y perturbar todos
los valores establecidos, incluidos la C.G.T. y el Partido
Comunista, a la larga afectaron de impotencia a esos jóvenes
magos. El recurso exclusivo al arma de la espontaneidad fue,
en consecuencia, puesto en tela de juicio.
Parece útil, por tanto, proceder al examen de un fenómeno
complejo y, a pesar de la reciente lección de los hechos, todavía
bastante mal explorado.
La espontaneidad, fuerza elemental que, por ello, no es el invento de ningún teorizador, ha sido observada, analizada y, en parte, exaltada por una gran teórica revolucionaria, Rosa Luxemburg. Resulta normal, por tanto, que mayo del 68 haya multiplicado el interés por sus trabajos, sobre todo para quienes
se ocupan de la autoactividad de las masas. Pero el 1968 francés no sólo ha demostrado la eficiencia de
la espontaneidad, también fue un relevamiento de sus limitaciones. Aparte, un sector de “espontaneístas” irreductibles, adversarios maniáticos de la organización, por odio al peligro burocrático, y que se han condenado a la esterilidad, ningún militante, ni en los medios estudiantiles ni en la clase obrera,
cree actualmente que sea posible, para llevar a su término una revolución, prescindir de una “minoría activa”. Desgraciadamente, ni el Partido Comunista, convertido en “contrarrevolucionario”, ni los grupúsculos sectarios rivales –que a pesar de sus esfuerzos no han logrado suficiente arraigo en el proletariado–,
han podido hasta ahora proveer esa necesaria punta de lanza. El provisorio fracaso es debido, no tanto a los excesos del “espontaneísmo” como a la momentánea carencia de una formación obrera en condiciones de desempeñar un papel revelador de la conciencia.
SENDEROS DE LIBERTAD

Hay algo que los poderosos han pretendido siempre: hacer creer
a los oprimidos que la historia sigue un curso regido por leyes
fijas contra las cuales nada pueden hacer las acciones humanas.
De nada sirve intentar llevar a la práctica soluciones alternativas,
pues todo lo que va ocurriendo es inevitable; se trata, por tanto,
de ir aceptando lo irremediable con la vana esperanza de que
quede un cierto margen para adaptarse y sobrevivir. Al mismo
tiempo, la complejidad de los fenómenos sociales en general
(económicos, políticos, culturales) es tanta que desbordan nuestra
capacidad de intervención. Lo único que nos queda es, por tanto,
no hacer nada sino dejar que las propias leyes inherentes a esa
complejidad social vayan marcando el camino a seguir. Los planteamientos neoliberales actualmente vigentes no dejan de ser una
variante de ese enfoque: hay que dejar la máxima libertad de
actuación no tanto porque se confíe en la capacidad humana para
incidir en la organización social, cuanto porque de ese modo se
puede manifestar mejor la “mano oculta del sistema” que, al
final, es la más beneficiosa. Con esta calculada combinación de determinismo y fatalismo se puede conseguir la difusión de cierta pasividad y resignación que favorezca la aceptación de situaciones
que de otro modo no se aceptarían. Del mismo modo que los seres humanos no tendemos a rebelarnos porque las inclemencias temporales inflijan daños importantes en nuestras vidas dado que consideramos que escapa de nuestras manos el control del clima, no nos rebelaremos cuando una hambruna diezme una
población. Pasará desapercibido el dato interesante de que las inclemencias ocurren en todos los países, pero no en todos causan los mismos daños pues éstos dependen de la calidad de las infraestructuras y de los servicios básicos; tampoco nos daremos cuenta de que las hambrunas sólo ocurren en países que no gozan
de los requisitos mínimos de una sociedad democrática.




SPARTACUS

Las ideas, tanto como los movimientos políticos que las transportan,
experimentan momentos de cuarto creciente, de mediodía
y de decadencia. El anarquismo no fue excepción a esta
regla natural. Pero la caída desde una posición privilegiada –y
los sindicatos anarquistas llegaron a ser poderosas correas de
transmisión de las luchas populares– suele ser más penosa que
la pérdida de una posición menor, y también causa de extravío
ideológico y de un sinfín de erratas políticas. Hacia 1930, la
disgregación en beneficio de otras fuerzas o el atrincheramiento
inconducente eran las alternativas que les tocaron en suerte
a los hombres y mujeres libertarios de la Argentina. Antes, los
golpes encajados habían sido proporcionales al esplendor cultural
y a la potencia organizada de tiempos previos: el desgaste
acumulado tras centenares de huelgas, no importa si fallidas o
victoriosas; el agotamiento de las energías individuales; el empobrecimiento intelectual y la ofuscación política de los
capitostes del movimiento; la consunción de vidas valiosas luego
de la Semana Trágica y de las grandes huelgas sucedidas en la Patagonia; y al fin las inevitables persecuciones y encarcelamientos luego del golpe de Estado del general Uriburu. Tal era la arriesgada condición de las agrupaciones ácratas cuando Horacio Badaraco, aún joven, reunió a varios de sus compañeros en la Alianza Obrera Spartacus con el fin de remozar las formas de resistencia y de lanzar amarras hacia simpatizantes no necesariamente enrolados en la Federación Obrera Regional Argentina (FORA). Eso ocurrió en 1934.




VOLUNTAD DEL PUEBLO

Rafael Barret, seguramente solicitado por la tristeza, escribe
una frase profundamente desesperanzada: “Hay en el mundo
una irreductible cantidad de sombra y amanece aquí porque
anochece en otra parte”. Sin embargo, poco a poco, se ha
ido insinuando una tendencia a integrar y unificar a los pueblos
de la tierra. Si ella se realiza o se afirma, ¿se extenderá la
luz del día o se prolongará la oscuridad de la noche?
¿Una tal tendencia llevará un día a construir la unidad
fraterna del viejo ideal internacionalista, o cosmopolita, como
prefería llamarlo Malatesta? Un mundo organizado en la igualdad
sociopolítica y en la diferencia infinita de los seres, un
mundo por la libertad del hombre.
O, contrariando el deseo, ¿se generalizará la terrible continuidad
de las instituciones presentes, la mundialización del
mercado capitalista, la acentuación de las diferencias de clase,
aportando la opresión, la miseria y la explotación para el gran
número, uniformando las poblaciones sometidas en la aceptación de la obediencia, al servicio de las minorías dirigentes? La Gran Revolución de 1789 abrió un espacio político creador de un nuevo imaginario social, invirtió la fuente del poder político, de la soberanía, y sustituyó la monarquía de derecho divino por la voluntad del pueblo. La revolución fundó la libertad sobre la igualdad.




LA FORA

CONDICIONES ECONÓMICAS, SOCIALES Y POLÍTICAS EN QUE SE DESARROLLA EL MOVIMIENTO OBRERO EMANCIPADOR DE LA F.O.R.A.
El movimiento de los proletarios y campesinos, que responde
a la tendencia social e ideológica de la Federación Obrera
Regional Argentina, aparece históricamente en la última década
del siglo XIX.
Es el resultado de un conjunto de causas que arrancan, por
sus ideales, de un pasado precapitalista: se asientan, por su economía,
en las condiciones que el capitalismo nacional y mundial
en su desarrollo establece en estos países, después del año
1890; se concreta y organiza en la acción voluntaria creadora
de las clases trabajadoras.
La revolución industrial que caracteriza al movimiento obrero
de Alemania o Inglaterra no había llegado todavía al país, y
las transformaciones de las pampas sin alambradas y los montes
vírgenes eran apenas perceptibles.
El país acababa de constituir su verdadera unidad nacional con la federalización de Buenos Aires y la política no tenía más que características conservadoras, por cualquier lado que se la mirara, sin restos de los pensamientos incompletos de Rivadavia o del Dogma socialista de Echeverría.
Quitadas las tierras a los indios –que tampoco las cultivaban– y a los campesinos sin títulos de propiedad, la burguesía terrateniente se preparaba desde hacía muchos años para sacar fuertes provechos explotando las riquezas naturales, para lo cual era menester poblar el país con las masas que los imperialismos europeos condenaban a la inacción y la miseria. Se inició, pues, con todas las fuerzas y medios, una política de
inmigración y población, estableciendo agencias en puertos de Europa y pagando primas por cabeza de inmigrantes. Durante dos siglos habían subsistido en América una economía su aspecto. En todo este tiempo, la acción proselitista fue nula y la estabilización de fuertes organizaciones fue poco menos que imposible.



CONTRA LOS JUECES

Como muchas otras corrientes modernas de pensamiento
social, el anarquismo es hijo de la Revolución Francesa y del
socialismo romántico y doctrinario posterior, que pretendió
tomar en serio los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
Esos principios, aunque pomposamente proclamados en los
documentos revolucionarios, quedaron plasmados sólo en tinta
y papel, sin volverse palpables para grandes sectores de la población.
Además, el avance cada vez más acelerado de las relaciones
capitalistas abrió paso a la hegemonía de una nueva clase social,
la burguesía, que desplazaba de la cima social a la antigua aristocracia
feudal o cortesana. De este modo, los principios proclamados
por la Revolución servían simplemente (como sirven aún
hoy) para encubrir nuevas –y no tan nuevas– formas de opresión,
desigualdad y explotación. El socialismo del siglo xix en general,
y en particular el anarquismo, puede ser visto como proyecto de
llevar a realidad efectiva aquellos principios de la trilogía revolucionaria: libertad, igualdad, fraternidad. Para muchos, la tarea de la Gran Revolución –la emancipación efectiva de todos los hombres– aún no estaba terminada; apenas acababa de principiar.




HISTORIA DEL MOVIMIENTO MAKHNOVISTA

Al abordar este libro es importante, para el lector, saber
con qué género de obra tiene que tratar: ¿es un tratado serio
y concienzudo o bien un cuento fantástico e insensato? ¿Puede
tener confi anza en el autor, al menos en lo que concierne a los
hechos, a los datos y a los materiales que este expone? ¿Es el
autor sufi cientemente imparcial y no violenta la verdad para
hacer triunfar su idea y rebajar las de sus adversarios?
Éstas no son vanas preguntas.
Es esencialmente necesario tratar los documentos sobre el
Movimiento Makhnovista con la mayor prudencia. El lector
lo comprenderá, si se toma el trabajo de considerar de cerca
algunos rasgos característicos de ese movimiento.
Por un lado, la Makhnovschina es un fenómeno de un
inmenso alcance, de una grandeza y de una importancia extrema,
un fenómeno que se ha desarrollado con una fuerza completamente
excepcional, que ha desempeñado un papel extraordinario
y excesivamente complicado en la continuación de la Revolución
Rusa, que ha sostenido una lucha titánica contra la reacción de toda especie y que más de una vez ha salvado a la revolución misma del desastre; es además un fenómeno extremadamente rico en episodios brillantes y que atrajo la atención y el interés general, no sólo en Rusia, sino también más allá de sus fronteras. Al mismo tiempo la Makhnovschina despertó en los diferentes partidos, revolucionarios y reaccionarios, los sentimientos más diversos; comenzando por el odio y la hostilidad feroces, pasando
por el asombro, por la desconfi anza y la sospecha y acabando por la simpatía y la admiración más profunda.

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